Las Bibliotecas Populares en tiempos de pandemia: acortando distancias con sus comunidades

Las bibliotecas populares fueron desde siempre instituciones que cumplen un rol social y cultural sumamente importante en sus comunidades, sostenidas por el compromiso de voluntarios que aportan su tiempo y su trabajo para facilitar el acceso a los libros y a la cultura en sus lugares.

Educación 23 de septiembre de 2020 Valle Calchaquí D Valle Calchaquí D
Biblioteca Popular Manuel Ponferrada

La pandemia, como a todos, también obligó a modificar su modo de funcionamiento y sus formas de llegar a los usuarios. Por eso, en el Día de las Bibliotecas Populares que se conmemora el 23 de septiembre, en coincidencia además con los 150 años de la creación de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), desde el Ministerio de Cultura y Turismo de Catamarca y la Delegación Gubernamental ante la CONABIP, se destaca la labor de las bibliotecas que trabajan en el territorio provincial, a través de tres de ellas: la biblioteca popular Manuel Ponferrada, del barrio de La Chacarita, en la capital; la biblioteca popular Luis Leopoldo Franco, de Bañado de Ovanta, departamento Santa Rosa; y la biblioteca popular Manuel Belgrano de la localidad de Rincón, en el departamento Pomán.

Estas instituciones, lejos de cerrar sus puertas, buscaron la manera de seguir asegurando el acceso a sus materiales y hasta se reconfiguraron para atender las nuevas demandas de la gente.

La Ponferrada, casi 8 décadas en La Chacarita

La Biblioteca Popular Manuel Ponferrada cumplió en agosto 78 años de vida. Con edificio propio en avenida Eulalia Ares de Vildoza 29, frente a la Plaza de La Chacarita y al lado de la comisaría tercera, es una institución emblemática del barrio.

El año pasado y a partir de gestiones ante la Secretaría de la Vivienda la comisión directiva logró la mejora edilicia de sus instalaciones. Y el pasado 12 de agosto, en coincidencia con el aniversario de la Masacre en Capilla del Rosario, habilitaron una sala destinada al “Archivo Histórico de la Memoria”, que se comenzó a organizar a partir de la donación de documentos, bibliografía y material audiovisual para ponerla pronto a disposición de investigadores, estudiantes e interesados en consultar este material.

“La biblioteca siempre fue una institución activa en el barrio, trabajamos codo a codo con la escuela y con la comunidad. La pandemia nos tocó muy de cerca porque teníamos muchas actividades programadas junto con los chicos de la escuela que no pudimos hacer”, cuenta Lelia Herrera, presidenta de la Biblioteca Popular Manuel Ponferrada, quien comentó que uno de los proyectos que buscan activar en esta etapa es la entrega de valijitas viajeras, con libros para que los chicos puedan leer en casa.

Aunque cerrada para la asistencia de los usuarios, la biblioteca hizo algunas excepciones con estudiantes universitarios que necesitaban rendir -de forma virtual- y no contaban con servicio de internet en sus hogares. Entonces, se les habilitó un espacio para que pudieran usar la conexión a internet y realizar sus exámenes.

Otro espacio que, a raíz de la pandemia, comenzó a albergar la biblioteca es el “Merendero Eulalia” que -aún en Fase 1- estuvo entregando almuerzos y meriendas para alrededor de 80 personas, entre niños y adultos.  El merendero, señaló la presidenta de la biblioteca, es gestionado por un grupo de voluntarios de un movimiento social junto a los integrantes de la comisión directiva.

La Luis Franco, en el Este

Ubicada en avenida San Martín, al lado del Hospital de Bañado de Ovanta, la Biblioteca Popular Luis Franco no solo cubría las necesidades de consultas bibliográficas y de espacio de estudio de los habitantes de esa localidad del departamento Santa Rosa, sino que hasta allí llegaban muchos estudiantes y vecinos de lugares cercanos como Los Altos, Lavalle, San Pedro, Las Tunas, Pozo del Bajo, Pozo de la Viuda, Ampolla y hasta de la localidad santiagueña de Frías.

Con la pandemia, cuenta Lucía Cisneros presidenta de la biblioteca, la biblioteca buscó la forma de seguir atendiendo la demanda de sus usuarios. Así, por ejemplo, organizaron un sistema de impresión y entrega de copias y libros a domicilio, cubriendo los pedidos de muchos estudiantes que necesitaban imprimir las cartillas y trabajos que les enviaban desde sus escuelas.

Un grupo de whatsapp que nuclea a los socios se convirtió en el nexo entre las familias y los responsables y voluntarios de la biblioteca. “Como es muy difícil de leer desde el teléfono y muchos chicos no tienen computadoras, nos mandan los archivos que les envían los docentes, nosotros los imprimimos y hacemos las entregas a domicilio dos veces por semana”, cuenta Lucía.

También a través del grupo de whatsapp comenzaron a compartir material de lectura en pdf, para que grandes y chicos pudieran acompañar con literatura los días de aislamiento en casa.

La Biblioteca cuenta con tres computadoras con acceso a internet, un servicio muy requerido en el lugar. Durante el ASPO decidieron habilitarlas -siguiendo todos los protocolos sanitarios- para colaborar con la gente que necesitaba inscribirse al IFE y no contaban con los recursos tecnológicos para hacerlo.

Cuenta Lucía que el personal de la biblioteca está aprovechando este tiempo para capacitarse, a partir de propuestas virtuales que propone la CONABIP y que también tuvieron la posibilidad de comprar -a partir de los beneficios que ofrece la comisión- 186 nuevos títulos bibliográficos en la última Feria Virtual del Libro de Buenos Aires, que ya llegaron a Bañado de Ovanta y están en proceso de catalogación para quedar pronto a disposición de los usuarios.

La Biblioteca Manuel Belgrano, en Rincón

En Rincón, departamento Pomán, la Biblioteca Popular Manuel Belgrano es toda una institución comunitaria. Fundada en 1926, cuenta con un importante acervo bibliográfico que se torna más importante en un lugar de 700 habitantes y escaso acceso a internet.

Aunque durante un tiempo no pudo estar funcionando por una deuda de luz, hace poco más de un año un grupo de mujeres decidió trabajar para reabrirla y recuperar su protagonismo en la comunidad: ya funcionaban con visitas sobre todo de estudiantes de primaria y hasta organizaban actividades culturales y literarias, cuando la pandemia les cambió los planes.

Cuenta Clara Toledo, su responsable, que durante la primera etapa de la cuarentena y a partir de la sugerencia de una socia, comenzaron a ofrecer el servicio de “delivery de libros”. Un grupo de whatsapp al que integraron a socios y a los vecinos que quisieran sumarse fue el espacio para canalizar las demandas.

Dos veces por semana se hacían los repartos del material, entregando los libros en bolsas debidamente esterilizadas y que incluían en su interior un folleto con recomendaciones sobre higiene y seguridad.

“Nunca dejamos de trabajar, la biblioteca siempre se mantuvo activa, con delivery de libros o con sus puertas abiertas para asistir a nuestra comunidad”, dice Clara.

Libros para acompañar las tareas escolares, pero también mucha narrativa clásica, para grandes y chicos, estuvieron entre los libros más solicitados por los vecinos de Rincón para entretenerse durante el tiempo de aislamiento.

A medida que la cuarentena se fue flexibilizando comenzaron a habilitar algunos horarios puntuales para que los socios pudieran retirar y devolver el material, mientras las integrantes de la comisión directiva buscan reactivar las gestiones para regularizar la situación legal de la biblioteca y poder acceder a distintos beneficios que ofrece la Conabip.

 

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