Santamariana ganó concurso provincial

Se trata de María Paula Barrere, estudiante de Ciencias Económicas y una de las primeras estudiantes que llegó a la Residencia Universitaria de Catamarca.

Educación 23 de marzo de 2021 Valle Calchaquí D Valle Calchaquí D
Pau

María Paula brindó una Entrevista vía Facebook, en la que contó sobre la obra y su permanencia en la Residencia Universitaria.

Cerrando el evento por la “Semana de la Memoria” la Residencia Universitaria Provincial “Abuelas de Plaza de Mayo” organizó el concurso literario “Escrito en Libertad: hoy los Derechos Humanos se  defienden así”. Que contó con la participación de los residentes de la casa estudiantil quienes concursaron con la elaboración de textos entre poesías, relatos breves, cuentos, crónicas y testimonios.

La terna de ganadores fue seleccionada por un jurado integrado por el escritor y periodista Alexis Oliva, vinculado a la lucha por los Derechos Humanos y autor de varios libros sobre la actualidad de los Derechos Humanos, la periodista del Diario El Ancasti Alejandra Saravia Díaz, jefa de la sección Política y Economía, y el director de la Residencia Ariel Arrieta.

Los 3 ganadores recibieron sus premios de manos de la ministra de Educación Andrea Centurión, la presidenta de la Cámara de Diputados Cecilia Guerrero y el director de Derechos Humanos Hernán Vaca Velárdez.

Alejandra Saravia, jurado a cargo de la selección, explicó el contenido de los relatos y la decisión del jurado en la premiación, destacando la labor de los estudiantes, que cursan distintas carreras universitarias.

Los jóvenes estudiantes recibieron el aliento del público y al finalizar la premiación pudieron conversar con la ministra de Educación que los instó a seguir construyendo con acciones positivas su porvenir.

Galardonados

*Primer premio para María Paula Barrere, de Santa María; estudiante de Ciencias Económicas, participó con “¡Ohcered Onamuh...! ¿Dónde estás?”.

*Segundo premio para Pedro Emmanuel Fabricius, de Ancasti, estudiante de Abogacía. Presentó “No olvidar, no callar pero siempre luchar”.

*Tercer premio para Rocío Vázquez Quinteros, de Tinogasta. Estudia Traductorado en Inglés. Presentó “Sueño de Justicia”.

Presentamos la obra ganadora:

¡Ohcered Onamuh! , ¿dónde estás?

Ohcered Onamuh era el vínculo más cercano que tenía, mi confidente y acompañante incondicional.

Él sabía sobre mis experiencias, sueños y batallas. Casi nunca recurría por su ayuda, más bien, lo buscaba para desahogarme o quejarme de su ausencia en los momentos que no se hacía presente (o al menos eso creí).

Pero allí estaba, siempre dejando una incógnita; revelándome de a poco que una relación sana se trata de ambas partes, pero TODO EL TIEMPO.

¡Claro! Me costó entenderlo…

Durante toda mi infancia la frase que escuchaba de mis maestros aludía a las expresiones que realizaba Ohcered Onamuh, en ese momento no las entendía pero sí las repetía. Él, era ejemplo en todo momento, el fiel reflejo de cómo vivir en paz.

Debo decir que, hasta mis doce años, creí ciegamente en mi amigo; luego comencé a dudar tanto de su veracidad que cuestionaba el porqué de todo… Y sí, “todo el tiempo” era su culpa. Ohcered Onamuh no estuvo cuando lo necesitaba. Fue allí cuando comenzó a desenvolverse nuestra historia…

Una tarde de primavera, me dirigía a la casa de unos vecinos a los que apreciaba de una manera extraña. En ese momento no comprendía muy bien las cosas; pero no es lo importante ahora…

Cuando llegué a destino, la señora de la casa me pidió que acompañara a su marido a la lavandería. Con mucho temor y cobardía dije que sí, sabía lo que ocurriría porque no era la primera vez.

Al regresar a casa mi cabeza daba mil vueltas y repetía: “no digas nada, es asqueroso y vergonzoso” (…)

Lo irónico era que todos, absolutamente todos, incluso aquel hombre que me había cargado al móvil para ir a “lavar la ropa” que su esposa le había encargado, repetían la frase de Ohcered Onamuh: Mi derecho termina donde comienza el de los demás.

Pero… ¿qué sucedió entonces?, ¿fue mi culpa?, ¿cuál es mi derecho y dónde termina?, ¿realmente es mío?, ¿por qué ese sujeto quiere que calle este espantoso hecho?. Fueron, en su momento, preguntas tan complejas que solo Ohcered Onamuh supo contestar.

Como les conté al inicio, él era mi único amigo. Alguien que, a pesar de las adversidades, iba a estar presente, aun cuando no lo quería ver… Me prometió, en incontables oportunidades, que estaría para mí, sobre todo en las malas. ¿Y qué sucedió? No estuvo, no apareció en aquella situación tan intensa y desagradable; jamás cazó las indirectas que solía hacer, ni siquiera percibió mi infelicidad.

Como era de esperarse, nos distanciamos, porque mi resentimiento por su ausencia era demasiado fuerte.

Pasaron los días, semanas y unos cuantos meses cuando al fin cambié mi perspectiva sobre el tema.

Una noche de verano, asistí emocionada a una cena familiar. Hacía bastante que no compartía con ellos. Durante la reunión, comencé a sentir el abrazo más cálido del universo con solo ver una mesita pequeña con sillas alrededor, estaban tan apretujadas que daba la sensación de un cuarto desordenado, pero no lo estaba, era la emoción más placentera que había experimentado en mucho tiempo.

La velada estuvo repleta de risas, canticos, cuentos y anécdotas. Entre ellas, un relato muy sentido de mis tíos abuelos que comenzó con un vaivén de preguntas.

- ¿Te acordás, vieja, del Eduardo?, dijo mi tío.

- ¿El joven buen mozo que vivía en nuestro barrio?, respondió mi tía.

- Con que era buen mozo, mirá vos…

- Jaja, ¿Eduardo Olivera?

- Sí viejita, el Eduardo, hijo de la María.

-Cómo no recordarlo, pobre muchacho…

Eduardo era un joven con presente incierto y un pasado “desarmado”. Luchó por sus derechos en la época de la Dictadura Militar. Su voz fue tiranizada y su identidad arrebatada; nadie supo más de él.

Hubo algo de su historia que resonaba en mi corazón. No sé si Eduardo sintió lo que estoy experimentando ahora, pero vi mi reflejo en su sentir… Fueron realidades distintas con una sensación común: impotencia y opresión, diferentes individuos nos quitaron la expresión, las palabras y nuestras voces.

Luego de la reunión familiar, corrí a ver a Ohcered Onamuh. Necesitaba con urgencia charlar con él.

Cuando llegué a su hogar, observé que estaba muy ocupado resolviendo problemas de otras personas. Era un ser bastante solicitado.

Estuve en “la sala de espera” aproximadamente cuarenta y cinco minutos. ¡Al fin era mi turno de ingresar!

Muy insegura, atravesé la puerta y… allí estaba él. ¡Lo abracé como nunca!. Le confesé todo, abrí mi corazón y derramé todas las lágrimas necesarias para poder hablar de corrido. Traté de revelar cada detalle pero olvidé varias cositas. En ese momento era tal la emoción que creí haberme descargado por completo cuando no fue así…

 Ohcered Onamuh estuvo en silencio todo el rato. Cuando por fin culminé mi relato, se levantó y dijo:

- Solo quiero lo mejor para vos y para el mundo. Cuando me busques me encontrarás, prometo ayudar. Al descifrar lo que esconde mi nombre me conocerás, solo debes leer mas allá…

Sin comprender, regresé a casa, mucho más tranquila pero desorientada. Aquella noche no pude conciliar el sueño.

Tomé una libreta vieja y comencé a realizar una especie de juego de letras; inicié la búsqueda para descubrir el porqué de sus últimas palabras y… no lo podía creer. ¡Claro! ¡Su nombre estaba escrito de atrás hacia adelante! “derec (…) human(…)”.

Lógicamente quede abrumada... En aquel momento comprendí sus palabras. Siempre quiso transmitir que, yo misma, era el hecho, derecho y revés, que tenía el poder más noble que puede tener el ser humano: la expresión, voz, fuerza y sensibilidad. Hallé el porqué Ohcered Onamuh estaba en todos y con todos; él era la naturaleza de cada individuo, era amor propio y la imagen ferviente de los derechos.

A partir de allí, tome la decisión de hablar, pronunciarme, involucrarme, luchar y seguir luchando; porque Ohcered Onamuh está y no solo en “mi andar”; su nacimiento está plasmado en el libro más antiguo que conocemos, el pilar de muchas religiones. Su presencia intenta llegar a todos los rincones del mundo porque es imprescindible su existencia y permanencia.

Para ciertas personas solo es una figura más; para mí lo es todo.

“Ohcered Onamuh” fue, es y será mi confidente y mejor amigo, recurriré a él las veces que crea necesarias. Prometo no callarme más. Quiero justicia y memoria, porque nos corresponde y lo merecemos. CUALQUIERA FUESE EL ÁMBITO: NO MÁS OPRESIÓN, CORRUPCIÓN NI SILENCIO, NO OTRA VEZ(…)

María Paula Barrere

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