¿El fin de la hegemonía de Google?

Al igual que en los noventa ya le ocurrió a Microsoft, Google se enfrenta en estos momentos a una demanda por supuestas prácticas monopolísticas formulada por el gobierno federal de los Estados Unidos. Pero la cuestión es algo más compleja dado lo mucho que ha cambiado el mundo desde que la compañía de Bill Gates fue demandada, y no todos los países afrontan de la misma forma el crecimiento desmesurado de sus gigantes tecnológicos, mientras en Estados Unidos tienen una tradicional alergia a la concentración de poder, otros países, como China, favorecen estos monopolios bajo el paraguas del partido comunista.

Sociedad 06 de noviembre de 2020 Valle Calchaquí D Valle Calchaquí D
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Al igual que en los noventa ya le ocurrió a Microsoft, Google se enfrenta en estos momentos a una demanda por supuestas prácticas monopolísticas formulada por el gobierno federal de los Estados Unidos. Pero la cuestión es algo más compleja dado lo mucho que ha cambiado el mundo desde que la compañía de Bill Gates fue demandada, y no todos los países afrontan de la misma forma el crecimiento desmesurado de sus gigantes tecnológicos, mientras en Estados Unidos tienen una tradicional alergia a la concentración de poder, otros países, como China, favorecen estos monopolios bajo el paraguas del partido comunista.

 De la era de la informática a la era de la información

 Durante los años noventa, los ordenadores, que unas pocas décadas antes ocupaban habitaciones enteras y solo estaban al alcance de grandes instituciones como las universidades, fueron entrando en cada vez más hogares debido a que el proceso de miniaturización de los componentes hacían a los PCs cada vez más baratos y rápidos, y fué precisamente la creación de un sistema operativo que hacía extremadamente sencillo e intuitivo el anteriormente engorroso uso de los cada vez más populares computadores lo que convirtió a Microsoft en una de la empresas más poderosas del mundo, y a su presidente, Bill Gates, en el cabecilla de la lista Forbes… y que finalmente terminó con la orden del juez Jackson de dividir la compañía en dos debido a que consideró que efectivamente se encontraba en una situación de monopolio vigilante, aquel monopolio que busca no solo copar el mercado, sino evitar que aparezca competencia.

 Pues bien, en el caso de Google la acusación no solo implica un perjuicio para consumidores y el libre establecimiento de una sana competencia, sino que en una época en la que miles de millones de seres humanos se forman política e ideológicamente más a través de internet que mediante su círculo de familiares y amistades, dominar el mercado de búsquedas mediante un monopolio implica un enorme poder, más allá del económico. Se acusa al gigante de las búsquedas en internet de llegar a acuerdos mil millonarios con los fabricantes de celulares para incluir por defecto su buscador en sus dispositivos, pero Google argumenta que cambiar a un buscador de la competencia es muy sencillo, si los usuarios usan su buscador, es sencillamente porque les resulta más útil.

 En este aspecto, el de la influencia en la formación de la opinión de millones de personas, especialmente en época de procesos electorales, Facebook también ha tenido sus más y sus menos con las autoridades estadounidenses, entre acusaciones de dar pábulo a teorías de la conspiración, fake news, grupos de ideologías extremas… que parecen molestar más cuando van contra la ideología propia, como es lógico.

 Un negocio billonario

 Ya sea mediante las operaciones en bolsa o mediante el trading de acciones las tecnológicas se han convertido en los gigantes financieros de la actualidad, ofreciendo una multitud de servicios y acumulando una cantidad de poder blando sin precedentes en manos privadas.

 Invertir dinero en estas compañías confiando en un retorno con beneficios puede parecer un negocio seguro, y nadie se opondría a tener unas cuantas acciones de cualquiera de estas compañías en su cartera de inversiones, pero en caso de que el precio se hunda, el dinero invertido puede quedar atrapado sine díe o directamente perderse. 

 Por su parte, operar mediante trading online con las acciones de Google, Facebook o Apple puede proporcionarnos una mayor flexibilidad para entrar y salir del mercado -aunque estas empresas nos parecen todopoderosas a día de hoy, no debemos olvidar el ejemplo de Nokia, que dominó el mercado móvil a nivel mundial y al perder la carrera del smartphone provocó un desplome de cerca de un tercio del PIB de Finlandia, de donde era oriunda- y requerir menos inversión, pero el riesgo de perder importantes cantidades de capital si la cosa se tuerce es más alto por el apalancamiento con el que operamos y la volatilidad del mercado. En definitiva, se opere como se opere en este gigantesco mercado, el inversor debe tener cuidado con su nivel de exposición, y asegurarse de poder salir -o entrar- a tiempo para evitar riesgos y aprovechar oportunidades.

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