Las acciones preventivas evitan la propagación de la enfermedad, protegiendo a la población en general y en particular a las personas con discapacidad que, por su condición, presentan un grado de vulnerabilidad mayor.

Por esta razón, es necesario extremar las medidas de higiene, como lavado de manos y limpieza de superficies comunes, y el cumplimiento del “aislamiento social preventivo”, para que las personas con discapacidad se mantengan resguardadas en sus domicilios.

Es fundamental la desinfección de sillas de ruedas: funda, almohadilla, puños de empuje, apoyabrazos, almohadones y frenos. También, chasis, neumáticos, aros de propulsión y joystick, en el caso de las sillas eléctricas.

En el caso de las personas con TEA (Trastorno del Espectro Autista) y/o discapacidad intelectual, auditiva, visual, se debe hablar directamente, no hacer suposiciones, y asegurarse de que haya comprendido lo importante de la situación. Además, transmitir tranquilidad y asegurarse de que las adaptaciones sean realizadas correctamente ante cualquier procedimiento necesario como colocación de barbijo, vacunación, extracción de sangre, hisopado, etc.